domingo, 19 de agosto de 2012

DÍA 26: La música amansa a las fieras

Era una persona con una sensibilidad humana increiblemente atípica, en ocasiones incluso llegaba a pensar que esa facultad debía tener un origen sin fundamento terrenal... no había otra explicación. 

Me acicalaba aplicádamente mientras meditaba concentrada sobre esta cualidad que, en ocasiones, nos había llevado a vivir situaciones sorprendentes... cuando, tal y como habíamos acordado, se asomó por la ventana de mi cocina y me gritó emocionada:

"¡Ya llegué!
Te espero bajo la sombra del arbol de la esquina, hace muchisimo calor... eso será bueno para nuestros planes de hoy.
¡Date prisa o me iré sola!"

Sé que no me amenazaba en vano, si no me apresuraba lo suficente, me encontraría aquella esquina únicamente acompañada por el viejo, frondoso y paciente Olmo.

Salí corriendo de casa,  ahora que lo pienso creo que no cerre la puerta.... y, mientras le agitaba la mano haciendole ver que ya estaba en camino, me distribuia las cosas de la manera más cómoda y funcional posible...

... toalla y bolso en la derecha...
... crema solar y revistas en la izquierda...
... gorro... a la cabeza...
... gafas de sol, en su sitio...
... me dejo algo... me dejo algo........ creo que no.

Os aseguro que hacer esto mientras caminaba ligera y agitaba enérgica el brazo a modo de señar de acercamiento al Olmo... es una tarea agotadora, cuando llegue a la playa caeré rendida, no hay duda.



Al llegar a la esquina me refugié bajo la sombra de aquellas ramas impasibles, y vi que ella venía sencilla, en sus manos tan solo traía una batuta... sí, una batuta profesional, de orquesta filarmónica por lo menos. 

Me sentí ridícula, ella ligera de carga y yo como un auténtico perchero.

Su peculiar sensibilidad (y probablemente mi cara descompuesta de sorpresa) le ayudaron a percibir que estaba absolutamente descolocada con su artículo playero, así que rápidamente quiso tranquilizarme diciendo:

"No te preocupes, no hemos cambiado de planes, vamos a la playa. Simplemente me traje el instrumento playero que necesitaré para nuestra estancia en la arena.
Vamos a crear una melodía organizada de pensamientos y emociones emitidas por todos aquellos que hoy encontremos en la arena. Sin que ellos se percaten, eso sí.Veremos sus movimeintos, expresiones, conductas y muecas y podremos así crear una partitura musical, con acordes, escalas y tiempos... ¡será divertido!"

Evidentemente no logró calmar mis preocupaciones... preveo que hoy tampoco me echaré apaciblemente la siesta bajo los rayos del Sol. 

Es indudable que su entretenimiento parece ser mucho más original que el que me había planteado con mis superficiales revistas de moda... no sé si su propuesta traerá reacciones colaterales por parte de los presentes a orillas del mar, pero de momento a mi me ha ayudado a aligerar mi equipaje... decididamente las revistas se quedan aquí... a la sombra de este Olmo...


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