miércoles, 22 de agosto de 2012

DÍA 29: Cuéntame un cuento

A esta altura de mi relato no hace falta que os diga que ella vivía todo con inusitada intensidad y siempre mezclaba dosis justas de cuento y realidad... como buena hija de alquimista no podía ser de otra manera.

Meditaba sobre este tipo de aleaciones, mezclas y decantaciones, mientras esperábamos a comprar nuestra entrada en la taquilla, cuando de pronto ella me dijo airosa:
 
"Siendo niña, en la escuela, recibí clases de teatro. 
Ya sabes... de esas extraescolares de cinco a siete de la tarde"

Creo que es lo más creíble que jamas haya escuchado viniendo de ella...

Como aún nos faltaba bastante para que llegara nuestro turno de compra, le pedí que me contara más sobre eso, así ambas nos entreteníamos durante la espera. Y fue entonces cuando aquella credibilidad inicial sobre su primera confesión... la comencé a transmutar de nuevo en su peculiar mundo inventado....

"¡Puedo contarte miles de historias y experiencias de aquellos años sobre las tablas!... como cuando viajamos al pais del papel y me transformé, ¡con bombín incluido!, en un gran muñeco de tiras de periodico... o cuando gracias a una novedosa máquina del tiempo nos trasladamos a la Edad Media, y ¡menos mal que contaron conmigo!, porque no sé quién hubiera amenizado las tardes a la Reina de Corazones... mis piruetas y brincos malabarísticos provocaron gran admiración en todos los asistentes..."

Ella saltaba emocionada a mi alrededor contandome aquellas ensoñaciones cuando... por fin, llegó nuestro turno en la taquilla... creo que si me hubiera contando una invención más, hubiera pedido, caritativamente, que nos dejaran avanzar en la fila...

Finalmente logramos cruzar las cortinas rojas, nos acomodamos en nuestro espacio y... no logro recordar mucho más de lo que sucedió allí dentro, solo que salí de la sala con la absoluta sensación de haber visto, proyectada en aquella pantalla, pedacitos de mi vida... ¿o tal vez eran de la suya?...

... creo que las ensoñaciones que ella compartió durante la espera habían ejercido sobre mí un efecto similar al de un cuento leído a un niño antes de dormirse... porque no soy capaz de diferenciar si lo sucedido en aquella oscura sala de cine fue real o...



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