viernes, 24 de agosto de 2012

DÍA 31: Banda Sonora Original

Aquella tarde llovía copiosamente.

Llovía tanto que en ocasiones casi me costaba escuchar lo que ella me decía... aun teniéndola sentada cerca de mi. 

Parecía que la tormenta quería lavar las calles y la melancolía con torrentes indómitos de agua... con nosotras, desde luego, obtuvo buenos resultados.

Sentadas en el sofá y bajo el acogedor calor de una manta invernal, obsequio de uno de los múltiples viajes aéreos que habia realizado no mucho tiempo atrás, desplomábamos emociones pegadas a una buena taza de café humeante.

Quizá fue el color grisaceo de la tarde, quizá la serenidad del hogar o tal vez el sentirnos refugiadas del diluvio exterior ajeno a nuestra comoda seguridad... el caso es que, encontrándonos en el ambiente propicio, las aflicciones no tardaron en salir a borbotones de nuestras bocas...

"... recuerdo una tarde en un Domingo cualquiera...
...donde el tiempo quedó inmovil...
... donde las emociones se mezclaron alcanzando cumbres desconocidas en el alma...
... donde tres personas compartieron una bonita sobremesa envueltas por la bruma del son cubano.

Ahora, bastante tiempo después, vienen a mi memoria bonitos momentos de aquella tarde, y en este sofá, bajo esta colcha de añoranza, descubro que la vida nos va dando señales de nuestro futuro, puntos de apoyo que, tarde o temprano, confluiran en una realidad... 

....pero que hasta el momento en el que esa realidad se materialice pocas cosas cobrarán sentido…"

No fui capaz de interrumpirla... 
 ... demasiados sentimientos... 
... demasiada nostalgia... 
... demasiada necesidad de que el temporal limpiara el acuoso desconsuelo que en ese momento ella había expulsado de su interior, como un géiser emocional...

Tan solo me levante y serví en dos platos un pedazo del pastel de frutas que un par de horas antes había horneado. Dulce y colorido consuelo para el alma y preludio de energía para mi turno de catarsis...


Cuando salimos de nuestro trance existencial ya era noche cerrada.
Seguía lloviendo.
Bajo la manta el calor ahora era más reconfortante, como quien destierra nubes negras de su interior y llena de esperanza luminosa su espacio.

Indudablemente, el compartir en voz alta aquellos recuerdos enterrados nos fue de gran ayuda... la tormenta consiguió sus objetivos... una catarsis emocional donde los torrentes de agua se llevaron la tristeza a desembocaduras lejanas... liberando un poco más al corazón y pudiendo crear una nueva banda sonora original a nuestras vidas.

Decidimos, si a la siguiente mañana la lluvia había amainado, preparar la mesa en el jardín y con energías renovadas festejar...
 ... la luz, 
el son, 
la brisa 
y el compás...

... en honor a una tarde de Domingo cualquiera...
... donde el tiempo quedó inmovil...

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¡¡MUCHAS FELICIDADES SEÑOR PADRE!!

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