domingo, 26 de agosto de 2012

DÍA 33: El mapa del tesoro

Leía un libro apaciblemente en mi sofá... con la televisión apagada... las zapatillas de casa calzadas... y la lámpara de pie, estratégicamente ubicada, a media luz junto a mi brazo izquierdo.

Todo presagiaba un reposado anochecer hasta que alguien golpeó enérgicamente la puerta....
.........
... suspiré...
... dejando el libro reposadamente en la mesita de madera.

No hizo falta que tomara precaución vigilando previamente por la mirilla, sabía a la perfección a quién me encontraría al otro lado de aquella puerta que me separaba de la tranquilidad y el recogimiento...

"¡No vas a creer de dónde vengo! 
Déjame que busque una buena ubicación para el loro, le dé agua y algo de comer, me quite el garfio y el parche y me ponga algo cómoda para relatarte la historia..."

La esperé paciente, sin pensar demasiado.

En esta ocasión ella fue rápida y en diez minutos ya había iniciado una increible historia apoyándose en un descriptivo mapa del tesoro que había extraído de su roída valija.


Me habló de idas y venidas, de subidas y bajadas, de llantos y alegrías, de esperanzas y deseperanzas, de encuentros y pérdidas, de pobrezas y riquezas... Me describió pruebas de valentía, de fortaleza, de motivación, de habilidades, de revelaciones, de valor y calor humano...

Calculo unas tres horas consecutivas de interesante monólogo (aunque el loro, aburrido y cansado, había decidio caer rendido a las ensoñaciones).

Casi llegando al final de su relato, sacó, sin previo aviso, un destartalado album, con las tapas húmedas y con olor a mar y profundidades...

"Mira, aquí, a la izquierda del plano, justamente donde pone Album, es donde hallé el tesoro que ahora sostengo entre mis manos... ¡este fue mi hallazgo!"

Y me mostró conmovida las imágenes que, desbaratadamente, llenaban aquellas hojas saladas.

 
 
 
 
  
Emocionada y con cierto desorden, como quien dirige el timón de un barco atracando en las buscadas arenas doradas de una playa virgen, me fue detallando las aventuras y desventuras que habían ido llenando su corazón hasta desembarcar en busca de aquella fortuna...

... no tuve otra opción, entonces, mas que admirarla... por mostrarme, desprotegida, su valentía en absoluta plenitud.

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2 comentarios:

Jaime dijo...

Muchos necesitamos un “mapa” o un esquema para entender la naturaleza del tesoro que buscamos y para comprender que quizá ya lo hemos encontrado, aunque aún no lo sepamos. ;))

Docecuarentaycinco dijo...

Así es Jaime.

La naturaleza nos ha dotado de muchisimos dones, pero el don que tienen muchos animales en cuanto a cuándo y dónde dirigirse... ese nos lo dejaron a medias.

Necesitamos, indudablemente, mapas de ruta (en forma de señales y evidencias), lo malo es que muchas veces lo tenemos delante pero nos empeñamos en seguir sin verlo, somos así, inconformistas y tontorrones :).

Un beso y ¡FELIZ DOMINGO!.