martes, 24 de abril de 2018

DÍA 827: Primavera de carne y hueso


Cuando sientas los poros del alma abiertos estallaran lágrimas de alegría en tus pupilas.
Como rayos de sol escapando de un hermético arcón de hierro forjado, así será como la armadura se irá agrietando hasta su absoluta fragmentación.
Me fundo en este calor desconocido, apacible, esperado. 
Primavera de carne y hueso.
Me voy reencontrando conmigo poco a poco, a pequeñas caricias y consentimientos. 
Con sentimientos vuelvo a respirar. Con los mismos que habían quedado relegados en el fondo del olvido. Por descuido, por abandono, por desuso o desilusión.
Regresa el color, regreso al calor. 
Regreso.
Como luz al final del túnel, como faro en la oscuridad. 
Al fin veo la orilla al borde de mis pestañas, donde, en equilibrio, se libera una lágrima entusiasta.
Libre, afortunada, sencilla y viva.
Agradecida de que, tras este peregrinaje quijotesco que ha durado demasiados agujeros negros, pueda, en este reconstruido abril, recuperar todo lo que me fue robado. 
Todo lo que escondí, como corazón delator bajo las tablas del dolor y la tristeza, por fin ha sanado. 

Y hoy, con más fortaleza que nunca, me susurro a mi misma... "lo estás logrando, una vez más, has resucitado".

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